La Providencia de Dios opera de formas inesperadas, como bien lo experimentaron los protagonistas de esta historia de arena, sal y adrenalina…
El padre Liam Ryan es capellán del Hospital Público “St John of God” en Midland, activo puerto fluvial, en los suburbios de Perth, Australia. Allí acompaña a enfermos y familiares que necesiten del consuelo y la cercanía sacramental de Dios en esos momentos de dificultad. Sobre todo, dice, en la Eucaristía que ofrece el encuentro culmen con Cristo.
Pero, además, como muchos otros australianos, el padre Liam siente una gran pasión por el mar y el surf. Así, en julio de 2020 decidió que iría unos días a la costa con sus amigos. “Estaba de vacaciones en el sur con mi mejor amigo Jess Woolhouse y su familia, cuando decidimos ir a surfear a Bunker Bay”, recuerda el sacerdote.
“No habíamos estado mucho tiempo en el agua –añade– y remábamos para atrapar nuestra segunda ola, cuando noté la aleta dorsal de un gran tiburón blanco de cinco metros saliendo a la superficie junto a un surfista. El tiburón se abalanzó sobre el muchacho, mordiendo la tabla de surf y la parte inferior de su pierna, arrastrándolo consigo”.
El surfista era Phil Mummert, un joven de 28 años, que estaba a 100 metros de la costa. La Providencia quiso que el padre Liam se encontrara ese día junto a él.
Aunque atrapado por ese inmenso tiburón y a pesar del terror que sentía, Phil logró impulsar la tabla hacia las fauces de la bestia para bloquear la mordida. Como el relámpago llegó el padre Liam con su amigo y otro surfista para salvarlo. El sacerdote sin dudarlo maniobró con su tabla logrando que el tiburón soltase a Phil y se alejara. En ese instante pudieron comenzar a sacar del agua al joven que sangraba profusamente por sus heridas. “Phil tuvo mucha suerte, descubrimos más tarde que la mordida del tiburón estuvo a centímetros de una arteria. Podrías llamar a eso suerte, pero me gusta pensar que fue Providencia”, comenta padre Liam.
Aunque el sacerdote intenta quitarse méritos diciendo que sólo actuó “por instinto”, Australia decidió premiarlo con la distinción Australian Bravery Award (Premio al Valor Australiano) junto a sus amigos, por su arriesgada y providencial intervención en alta mar.
El rescate también ha dado pie a una nueva amistad. El padre Liam y Phil Mummert se hicieron muy amigos y mantienen contacto regular hasta hoy.
Fuente: SJOG.org.au