Conocido por su energética actividad evangelizadora en redes, el sacerdote norteamericano Mike Schmitz comparte los desafíos que superó como capellán universitario y cómo lo ayudaron a ser mejor sacerdote.
El sacerdocio es un llamado a sembrar la semilla destinada a expandir el Reino de Dios entre los hombres. A veces puede suceder, no obstante, que al inicio de una misión pastoral el sacerdote no cuente con toda la ayuda necesaria. Esto no es motivo para el desaliento sino para un fecundo aprendizaje, como relata haber vivido el conocido sacerdote norteamericano Mike Schmitz.
Cuando asumió la capellanía de la universidad de Minnesota en Duluth (EE.UU.), padre Mike cuenta que creyó ser “un equipo de uno solo”, percepción que solo limitaba el alcance de su labor. “Nadie puede hacerlo todo, y ojalá nadie quiera hacerlo todo, sobre todo cuando no se tienen los dones necesarios”, comenta hoy, reflexionando sobre esos primeros días como capellán, y agrega: “Pero nuevamente, seguía siendo una persona… Entonces, ¿cómo se forman líderes mientras se llega a aquellos que aún no conocen al Señor?”.
Juntos en misión
Padre Mike decidió, como primer paso, invitar a misioneros de la Fraternidad de Estudiantes Universitarios Católicos (FOCUS por sus siglas en inglés), para apoyar la evangelización de los estudiantes del campus. Esta ayuda le permitió enfocarse en áreas del ministerio que debía atender específicamente como sacerdote y eso, en conjunto, trajo un nuevo aire a su capellanía.
“Cuando puedes aprovechar tus dones y operar desde tus fortalezas o desde donde el Señor te ha bendecido, eso te revitaliza y luego puedes apoyarte en otras personas… Y cuando otras personas pueden aprovechar sus dones, también tú creces de otras maneras”, apunta, destacando que ese equipo estudiantil lo ha ayudado a él mismo a crecer a medida que los formaba.
“He descubierto que esas personas de mi equipo son buenas en áreas donde yo no lo soy; puedo ver lo que hacen, acompañarlos y aprender de ellos. ¡Es inspirador trabajar en equipo!”, exclama, y ofrece detalles: “Creo que es casi invaluable, especialmente para los sacerdotes, porque la tentación a veces puede ser «Quiero hacerlo todo yo solo» o «Siento que tengo que hacerlo todo yo solo». Creo entonces que poder no solo darme permiso para depender de los demás, sino también la oportunidad de apoyarme en los demás, es invaluable”, afirma convencido.
Tu sacerdote te necesita
Sin embargo, es importante considerar una verdad resonante, dice el padre Mike: “tú importas. El Dios que creó el universo y puso los planetas en órbita contó también cada cabello de tu cabeza; se dignó a hacerse uno de nosotros y, aún más, a convertirse en alimento para nosotros en la Eucaristía”, expresa con pasión, agregando que justamente “porque importamos, tenemos un papel que desempeñar”.
A medida que comprendemos la verdad de que importamos para Dios y su misión –prosigue el sacerdote–, nos damos cuenta de la importancia de nuestra respuesta a la invitación amorosa de seguir a Cristo. “No estamos flotando en la nada donde nada importa; tenemos un propósito y una meta: conocer y amar a Dios y hacerlo conocido y amado en el mundo”, reitera el sacerdote. “La buena noticia es que esto sucede junto con tu párroco, parroquia y comunidad. ¡No estás solo! Tú importas. Tu sacerdote te necesita, y la Iglesia también”, alienta padre Mike Schmitz.
Fuente: Denver Catholic