Antes de lo previsto, acompañados siempre por la oración del pueblo de Dios, los cardenales anunciaron al mundo que la Iglesia católica tenía nuevo Papa.
Luego que los purpurados hicieran el juramento de silencio y se encerraran en Cónclave, el 7 de mayo, los ojos del mundo se dirigieron expectantes a la chimenea de la Capilla Sixtina, donde el color del humo informaría el resultado de las votaciones. Quiso Dios que la oración de los fieles fuera respondida muy pronto: al día siguiente, al caer de la tarde y desafiando pronósticos, la fumata blanca señaló la llegada del 267º sucesor de Pedro.
Así, ese jueves 8 de mayo se escuchó al cardenal protodiácono Dominique Mamberti pronunciar estas palabras en latín que resonaron en todo el mundo:
“Annuntio vobis gaudium magnum: habemus Papam! Eminentissimum ac reverendissimum dominum Robertum Franciscum, Sanctæ Romanæ Ecclesiæ Cardinalem Prevost, qui sibi imposuit nomen Leonem XIV”
(Les traigo una gran alegría: ¡tenemos al Papa! El eminentísimo y reverendísimo señor cardenal Robert Francis Prevost, que se ha dado a sí mismo el nombre León XIV).
Desde esta iniciativa nacida para apoyar espiritualmente a los sacerdotes, les animamos a orar con intensidad y gratitud por el nuevo Papa concedido por Dios a su pueblo fiel.