El párroco de la parroquia de San José en Volozhin, el padre Henryk Okolotowicz, en una gestión del KGB de Putin, fue condenado por el régimen de Alexander Lukashenko a 11 años en una colonia penal de máxima seguridad. El sacerdote de 64 años, que padece cáncer, fue juzgado mediante acusaciones del KGB por cargos de “traición” a puerta cerrada en Minsk.
El pasado 30 de diciembre de 2024, el Tribunal Regional de Minsk (Bielorrusia) emitió un veredicto en el caso del rector de la parroquia católica de Volozhin, el sacerdote Henryk Okołotowicz. El régimen del dictador Lukashenko —servil a Putin— apenas reveló detalles al comienzo, pero los feligreses de su parroquia confirmaron a Katolik.life que el padre Henryk había sido condenado a 11 años de prisión en una colonia de alta seguridad ubicada, como posteriormente se supo, en Bobruisk.
El sacerdote nació en Baranovichi (Bielorrusia), estudió para ser sacerdote en la clandestinidad y se graduó en el seminario de Riga en 1984. Su primer destino de servicio fue en Braslav y luego en Rakov. En ese momento, no había un solo obispo católico en la República Soviética Socialista de Bielorrusia (RSSB) y tampoco una estructura formal de la iglesia católica. Al sacerdote Heinrich se le pidió acudir en ayuda de los creyentes en el este de la república. De Rakov llegó a Gomel, Bobruisk, Mogilev, Borisov, Dzerzhinsk, en un periplo misionero que comenzó a ser registrado por el KGB.
Fue el primer sacerdote bielorruso que visitó Katyn y celebró allí la Santa Misa por los oficiales polacos caídos. Esta eucaristía tuvo lugar en 1984, justo después de que el P. Henryk fuera ordenado sacerdote. Los oficiales soviéticos le detuvieron y multaron. Desde entonces y solo durante la era soviética, el padre Henryk Okołotowicz ha sido castigado por las autoridades unas 30 veces.
Falta de atención a pesar del cáncer

Las autoridades bielorrusas habían arrestado al clérigo en noviembre de 2023 y desde entonces lo mantuvieron bajo custodia del KGB. Los defensores de los derechos humanos se quejaron de la falta de atención médica para el padre Okolotovich —paciente de cáncer— en el centro de detención del KGB de Minsk. Poco antes de su detención, sufrió un infarto.
No se sabe qué secreto de Estado habría sido revelado por el sacerdote o para qué país extranjero supuestamente trabajó… Antes del juicio, solo se dijo extraoficialmente que el párroco estaba acusado de causar daños al Estado bielorruso por un monto de alrededor de un millón de euros.
Durante la investigación padre Henryk se declaró inocente. La Arquidiócesis de Minsk anunció hace un año que el sacerdote no podía realizar sus deberes pastorales debido al arresto. El tribunal sólo puso a disposición en Internet el artículo del Código Penal citado en la acusación.
Una pálida esperanza

En julio de 2025 se supo que padre Henryk había sido trasladado inesperadamente desde la colonia penal al centro de detención preventiva (SIZO) de la capital, Minsk, distante unos 140 kilómetros. En ese momento, surgió entre los fieles la esperanza de que la llegada del nuevo Nuncio Apostólico a Bielorrusia el mismo mes motivara la liberación del sacerdote.
Sin embargo, el trámite obedecía a una revisión sumaria de la apelación de padre Henryk contra su sentencia. Como era de esperar, dicha apelación fue desestimada y el veredicto se mantuvo sin cambios, tras lo cual el enfermo presbítero fue devuelto a la colonia penitenciaria. Los feligreses no conocen más detalles, aunque siguen orando fervorosamente por él y enviándole cartas de aliento al lugar de su injusta detención.
Fuente: Portaluz.org / Katolik.life