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A bordo de una lancha, James Tello desafía las distancias para cuidar a su lejana comunidad

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El Padre James Tello tripulando su lancha misionera, “Maranathá”

A bordo de una lancha, James Tello desafía las distancias para cuidar a su lejana comunidad

Un sacerdote y su grupo de voluntarios atraviesan las aguas para llevar la Palabra de Dios a comunidades de indígenas y afrodescendientes que viven en contextos de violencia, dificultad y pobreza, pero rebosando fe en el corazón.

Veloz, el padre James Tello Martínez corta las aguas de la costa pacífica colombiana a bordo de una lancha. Pendiente de la marea, con el ojo atento a cada pequeño recodo de una geografía distante e incomunicada, siempre con una sonrisa, la vida de este joven sacerdote es una continua misión. Acompañado de un grupo de voluntarios se esmera por llevar la Palabra de Dios y los sacramentos a feligreses muy dispersos y alejados, pero que ansían la eucaristía dominical y el acompañamiento de la Iglesia. 

Padre James es párroco de Nuestra Señora de las Victorias, una parroquia cuyo territorio lo integran pequeños poblados muy distantes entre sí, asentados cerca del océano Pacífico en las riberas del río Guapi, en el occidente de Colombia. Allí conviven cuatro grupos indígenas y diez comunidades de afrocolombianos, descendientes de los africanos esclavizados en tiempos de la Colonia.

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Comunidad visitada por el padre James

Según el padre James —también descendiente de familia afrocolombiana— “este es un territorio marcado por la violencia de grupos ilegales y tiene muchas dificultades económicas y sociales, pese a estar ubicado en una vasta región con grandes riquezas pesqueras y hermosos paisajes naturales como la isla Gorgona, un paraíso natural que hace muchos años fue una prisión”.

Llevar esperanza, consuelo y amor

El trabajo del Vicariato Apostólico de Guapi, del cual hace parte, se extiende a los municipios de Guapi, Timbiquí, López de Micay e Iscuandé, en los departamentos de Cauca y Nariño, y comprende diez parroquias que realizan sus actividades pastorales en medio de muchas dificultades, sobre todo de transporte. Es que en esas regiones las vías de comunicación no son terrestres sino fluviales.

“Las distancias entre las comunidades son muy extensas y para movilizar a sacerdotes y colaboradores a través de ríos, esteros (pantanos) y el mar Pacífico debemos utilizar lanchas con motores fuera de borda que necesitan un combustible muy costoso”, asegura este dinámico sacerdote diocesano, que lleva diez años trabajando en su propia tierra “con alma de franciscano”.

Padre James Tello
Padre James Tello junto a niños de una de sus comunidades

Esas distancias, recalca, son un duro desafío porque impiden visitar con frecuencia los poblados más alejados, o resta tiempo para cumplir los deberes pastorales, especialmente con los indígenas, “que tienen su cultura e idiosincrasia propias, pero que reclaman que se les bautice a sus niños”. Todo esto se vio mitigado cuando la fundación ACN Colombia donó al vicariato de Guapi una lancha en la que pueden viajar las mujeres, hombres, jóvenes y niños que, junto al padre James Tello, hacen equipo recorriendo el amplio territorio parroquial. Desde entonces ha podido celebrar “entre tres y cuatro eucaristías los domingos, algo que antes no podíamos hacer”, explica alegre el sacerdote.

Su corazón de pastor se regocija, además, porque “indígenas y afros nos han recibido con alegría y, por la gracia de Dios, hemos podido llevar el Evangelio a esas comunidades dándoles esperanza, consuelo y amor”.