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Verde, el exitoso rugbista de la selección sub-20 de Uruguay, deja a todo un país en vilo con su decisión

gordo verde

Verde, el exitoso rugbista de la selección sub-20 de Uruguay, deja a todo un país en vilo con su decisión

Juan Andrés brillaba como deportista, tenía novia, una familia que lo quería, un buen pasar… pero no podía quitarse de encima una vital inquietud: ¿esto es la vida, no habrá algo más?

A Juan Andrés María Verde Gaudiano casi nadie lo llama por su nombre; la mayoría usa el apodo familiar con el que es más conocido, “Gordo” … y siempre responde con una amplia sonrisa. Nacido en Montevideo, Uruguay, en 1989, en el acomodado barrio de Carrasco, segundo de cuatro hermanos, este 2024 cumplió 35 años, pero parece que hubiera experimentado varias vidas en un arco que va desde el privilegio hasta el despojarse de todo para abrazar a los pobres que Jesús amó.

A los 20 años Juan Andrés ya había jugado dos mundiales juveniles con la selección sub-20 de Uruguay, y como cuenta en una reciente conversación con el periodista Alejandro Fantino, “había visitado 15 países… tenía todo lo que podía hacerme feliz en esta vida: familia, deporte, me iba bien en el estudio [estudiaba veterinaria]… pero a la vez me sentí vacío. Decía: ¿La vida se trata solamente de esto?, y empecé una búsqueda, una búsqueda sincera de decir: «tiene que haber algo más»”, rememora.

Ese algo más

Si bien su familia era católica, Juan Andrés cuenta que realmente esto no era algo determinante para él. Antes bien, participaba en la iglesia atraído por algunas chicas que le interesaban. Por ello fue significativo cuando comenzó a sentir esta urgencia existencial que acabó llevándolo a buscar con ahínco algunas respuestas. “Recuerdo que fui a buscar a un sacerdote y le pregunté: ¿dónde está Dios? Está todo bien con lo que habla mi catequista, está todo bien con lo que creen mis padres, mi abuela… ¡pero yo en qué creo!”. Era una respuesta crucial la que buscaba, explica, porque “llega un punto que vos tenés que decir: «yo creo en esto, no creo en esto y estoy dispuesto a dar mi vida si creo en esto o si no creo en lo otro»”, destaca.

Aquél sacerdote no eludió el asunto, sino que le devolvió un “pase” que el exitoso deportista no se esperaba. “Ese cura –recuerda Juan Andrés– me dijo: «gordo, lo que pasa es que vos sos un gordito autosuficiente. En la medida en que estés lleno de tus seguridades, nunca va a haber lugar para Dios en tu corazón. No lo busques si estás lleno de vos» …”.

Tan inesperada fue la respuesta que Juan Andrés admite haber estado a punto de darle un puñete en pleno rostro.  “Yo siempre fui medio bruto. No podía creer lo que me decía y me lo cuestioné. Y dije, bueno es verdad, estaba lleno de mis seguridades. Así fue como empecé a decirme: «bueno, Dios, ¿dónde estás? Si estás, ¿dónde estás?». Y esa búsqueda para mí fue espectacular, un camino increíble que después intenté compartir con mis amigos”, revela.

“Sentí que Dios hablaba en mi idioma”
verde juan andres

En su búsqueda de respuestas, Juan Andrés decidió regalar las camisetas de rugby de todos los equipos en los que había jugado, algo que consideraba su tesoro, e irse a hacer misión por un año en una zona pobre de Uruguay.

“Y ahí fue que me fui al Paiva”, cuenta Juan Andrés, “a una obra salesiana en el medio del campo donde viven gurises (niños), hijos de peones rurales, muy humildes, y estuve un año ahí viviendo y ahí toqué con mi fondo más fondo”. Así pasó un año entero junto a aquellos 70 jóvenes humildes, aprendiendo oficios: carpintería, alfarería, una rutina de trabajo manual… y oración.

“Me sentí vulnerable vamos a decir porque estaba lejos de mi familia, lejos de mis amigos, que pensaban que me había vuelto loco por dejar de jugar al rugby un año para irme en una misión. Mi novia justo se había ido a Europa en un intercambio y decidimos tomarnos ese tiempo”. Ahí se produjo, como dice Juan Andrés, “un antes y un después. Sentí que Dios hablaba en mi idioma, me respondía en mi idioma. Y me devolvió más, mucho más de lo que yo le di en mi propio idioma”, describe, emocionado.

La vida plena
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Con el mismo ímpetu de esa etapa misionera entró al Seminario Mayor de Montevideo. En diciembre de 2017, a sus 27 años, recibió la ordenación sacerdotal por manos del cardenal Daniel Sturla. Desde entonces no ha parado… pero ahora, madurando en la fe, su mayor tesoro es el vínculo con Cristo que lo impulsa hacia el prójimo.

“A Cristo lo trato como un amigo. Lo vivo como un amigo del alma, pero con ese respeto y ese cariño de alguien que a mí me cambió la vida, y que le dio un sentido a mi vida, un por qué, un para qué”, confidencia, y añade con sinceridad: “Yo nunca me imaginé ser cura. De hecho, cuando volví de aquella experiencia misionera, todo empezó con un cuestionamiento que era: «si fuiste tan pleno y feliz, sin tus seguridades, entregando tu vida…». Me encontré con ese Dios del que tanto me habían hablado, lo encontré presente en esos pibes”.

Hoy Juan Andrés vive en un container en el Barrio Santa Eugenia, uno de los asentamientos más pobres de Montevideo, compartiendo todo con ellos, recibiéndolos en la capilla de madera y sintiendo día a día una plenitud en su corazón que jamás conoció en ninguna cancha del pasado.

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Un mensaje de cariño recibido por Juan Andrés en barrio Santa Eugenia y que no dudó en compartir en su Instagram

Fuentes: ChurchPop / El Observador / El País