El padre Farid de Jesús Coronell, misionero del IVE en Albania. Su camino es un signo del amor de Dios que todo lo sana.
A Farid toda indicación, advertencia, consejo o reprimenda le resbalaba. Era un auténtico enfant terrible, rumbero, de piel dura, que desde su temprana adolescencia se volcó a las calles. Bueno, la familia tampoco era un núcleo sólido pues sus progenitores preferían dejarle hacer lo que quisiera y evitar las responsabilidades del amar, propias de los padres. Además, en la familia de Farid las creencias eran una mezcla de New Age, prácticas costumbristas del mundo campesino colombiano y algunas pinceladas de un cristianismo devocional aportado por la Iglesia evangélica a la cual pertenecían.
En Juan de Acosta (Baranoa), tierra de sol y girasoles, de mondongo, ron y ciruelas, el adolescente Farid evitaba estar en casa… “no quería estar con mi familia, esa soberbia de no querer obedecer, ese no querer hacer nada con ellos, teníamos muchos conflictos”, cuenta al portal católico Portaluz.
Tampoco sus padres ni nadie de la familia parecían preocuparse ni ocuparse de lo que pudiere ocurrirle y esto iba marcando heridas en el alma del joven. “… Desde pequeño me dedicaba a mis cosas y yo mismo me cocinaba cuando llegaba del colegio. Era así como una vida totalmente independiente”, recuerda Farid.
Bien pronto en su vida, cuando probó los efectos estimulantes y luego adormecedores del ron; cuando las risas y voluptuosidades de las mujeres se clavaron en su mente, vivía solo para la rumba, sin interés alguno por los estudios, ni qué pensar de forjarse un mejor futuro.
Aunque la tierra parezca estéril
Pero al paso de los años logró terminar sus estudios de secundaria y con un título técnico bajo el brazo que decía “Guía Turístico”, Farid alzó el vuelo para ir a estudiar Finanzas y Comercio Internacional, a 40 kilómetros, en Barranquilla.
Esta distancia física relativa le daba nuevas excusas para mantenerse alejado de la familia y luego del horario de estudios continuar de rumba con los amigos. Para sorpresa de Farid su madre lo confrontó y amenazando no pagarle los estudios en la gran ciudad, le exigió que debía participar en un “retiro espiritual”. Su progenitora tampoco sabía muy bien de qué trataba el encuentro, pero se lo habían recomendado algunas amigas y un astuto líder del movimiento Lazos de Amor Mariano, que era alguien respetado por la madre de Farid.
“Nos pasaron a una capilla y nos dijeron que iba a venir Jesús”
Después de tiras y aflojes Farid concurrió al retiro. No podía siquiera imaginar lo que estaba a punto de vivir cuando los animadores del encuentro –misioneros de Lazos de amor Mariano–, les dijeron que pronto conocerían a Jesús en persona. Farid recuerda que estaba muy intrigado… “Nos pasaron a una capilla y nos dijeron que iba a venir Jesús, que Jesús iba a estar presente, que Jesús iba a estar allí. De alguna manera eso me causó curiosidad porque yo me decía «¿Y cómo es que va a estar Jesús aquí?»”, cuenta con emoción.
Cuando corrieron una gran cortina del salón y los misioneros entraron en procesión siguiendo al sacerdote que traía la Custodia con el Santísimo Sacramento, Farid –aunque de niño había tenido su Primera Comunión– quedó con la mente en blanco, sin entender de qué se trataba todo aquello… “No tenía ni idea que era exactamente eso y me dije que quizá representaba a un sol, porque veía la custodia con los rayos; simplemente me aburrí”, confidencia.
En ese momento uno de los animadores invitó a que uno tras otro fueran pasando adelante, tomaran alguno de varios papelitos doblados que estaban en una bandeja, lo abriesen e hicieren una oración. Farid no participó, se quedó como petrificado en su lugar, incluso cuando ya todos se habían ido del lugar y estaba solo, allí, ante el Santísimo. “Todo el mundo se había ido a la cena y yo me había quedado sentado en el piso. Entonces, por curiosidad, me acerqué; no porque quisiera estar cerquita de Jesús, que ni sabía de la presencia real en la Eucaristía, sino por ver qué decía en los papelitos… Justo cuando iba a tomar un papel no pude evitar mirar al Santísimo y entonces –sin entender cómo ni por qué– caí de rodillas, así, sintiendo la presencia de Jesús, sabiendo que estaba allí Jesús y de inmediato tuve un impulso de querer llorar, pero poniéndome en pie me contuve y salí”.
Renuncia al mundo y a su noviazgo
Durante lo que quedó de retiro Farid estaba con otro estado de conciencia, absorbiendo cada enseñanza sobre la Eucaristía y la Santísima Virgen que los misioneros testimoniaban.
Nada volvió a ser como antes. Sin que nadie tuviese que forzarlo el rumbero murió y nació un hombre nuevo. Era tal su sed de Dios, de abrazarse por entero al misterio de la fe que incluso terminó su noviazgo. “Me dediqué a Dios… empecé a ir a misa todos los días, rezaba el Rosario, leía la palabra de Dios, conocí lo que era la Madre de Dios, conocí lo que era el amor a la Eucaristía y a la Virgen María”.
Sacerdote de Cristo, misionero en Albania
Luego de un proceso de tres meses de discernimiento espiritual comenzó a vislumbrar el llamado de Dios, aunque no lograba identificar cuál sería su vocación. Poco a poco, confiado a la oración ante el Santísimo, esforzándose por ser fiel a Cristo y con la guía espiritual de un sacerdote, Farid comenzó a seguir las huellas de su amado Señor en el Instituto del Verbo Encarnado (IVE).
Fue enviado como misionero del IVE a Albania y ordenado sacerdote el 1° de noviembre de 2022. “Al finalizar quisiera alentarlos a seguir no nuestra propia voluntad sino la voluntad de Dios. Nada hay que temer. Dios nos da las gracias necesarias para ser santos si buscamos siempre agradarlo a Él”, finaliza padre Farid de Jesús Coronell.
Fuente: Portaluz.org