Como la parábola del Samaritano que pasaba por el camino, un párroco de EE.UU. se convirtió de manera súbita en el enviado de la Providencia.
El padre Jesús Mariscal salía de su casa parroquial en la catedral de San Pablo en Yakima (Washington, EE.UU.) rumbo a comprar unas donas para una reunión. No bien había avanzado algunos metros fuera de casa quedó petrificado: una afligida mujer frente a la imagen de la Inmaculada Concepción, al verlo, le gritó “¡Ayúdeme por favor, voy a dar a luz!”.
Reaccionando, el padre Jesús corrió a socorrerla mientras tembloroso marcaba el 911 en su celular. Con la ayuda del operador al otro lado de la línea, el párroco convertido en un improvisado matrón asistía el nacimiento no de uno, sino de dos pequeños. El segundo niño no respiraba y el Padre Jesús lo reanimó como le indicaban desde el 911. Poco después llegaron los equipos médicos para llevarlos al hospital.
Desde aquel milagroso evento el sacerdote ha mantenido contacto con los niños y sus padres. Aunque, por desgracia, la madre lucha contra la adicción y aún no está legalmente habilitada para cuidarlos. Pero Lucius Moran, el padre de los gemelos, ha sido un padre todo terreno para Theodore y Timothy… y el cura cada vez que puede le da una mano.
A un año del extraordinario parto, el portal “Catholic Extension Society” se reunió con Lucius y el padre Jesús para escuchar las reflexiones de ambos.
Un milagro y una bendición
Lucius Moran sabía que la madre de los niños estaba embarazada de gemelos, pero ella había desaparecido y no lograba localizarla. Cuando se enteró del nacimiento de sus hijos, supo que eran prematuros de 10 semanas, debiendo pasar un tiempo largo en la UCI; incluso uno de ellos necesitó dos transfusiones de sangre. Lucius agradece que el padre Jesús estuviera allí para traer a sus hijos al mundo: “en mi opinión, sinceramente salvó a mis hijos”, afirma, recalcando que si no fuera por el sacerdote “no creo que estuvieran aquí”.
Esta es una historia de fuerte resiliencia y superación pues Lucius también es un adicto rehabilitado. “Estos chicos y toda esta experiencia me han ayudado a superarlo”, asegura, mientras agradece que el padre Jesús siga visitando a la familia, confiando en el auxilio del cielo pues… “definitivamente es algo único la forma y el lugar en que nacieron: frente a la imagen de María, en la catedral de San Pablo, y por manos del Padre Jesús… Todo es sin duda una bendición”, reflexiona emocionado.
El amor de Dios es el protagonista
El padre Jesús, por su parte, recuerda que la situación fue “surrealista, como de una película… Estoy ahí cargando un bebé con mis manos ensangrentadas, el bebé también cubierto de sangre… además estoy vestido de clérigo, soy un sacerdote frente al santuario de Nuestra Señora. Pensaba: «¿Qué está tratando de decirme Dios?»”.
Para el padre Jesús, los gemelos y su madre son los protagonistas “del amor de Dios”, dice. Ellos y todos los que viven en las periferias existenciales –añade el sacerdote–, son los prójimos “que Dios nos llama a abrazar con nuestro servicio y amor”.
Fuente: Catholic Extension Society