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El padre Andrew se alejó de Dios… pero Él lo estaba esperando en Tierra Santa

andrew auletta

El padre Andrew se alejó de Dios… pero Él lo estaba esperando en Tierra Santa

Andrew Auletta, era un rebelde joven norteamericano que no se esperaba ser puesto de cabeza por Dios y llamado al sacerdocio en un viaje que había deseado por largo tiempo, a Medio Oriente.

Transcurría el verano de 2014, y como parte de sus estudios de Historia en la Penn State University, Andrew Auletta participaba en una excavación arqueológica en la bahía de Haifa y en Acre, ciudad donde fue erigida la última fortaleza de los cruzados. El período investigado se situaba unos 500 años antes de Cristo. Con otras 30 personas del equipo, iban descubriendo joyas arqueológicas que contaban una historia… huesos de animales, trozos de cerámica, material de herrería, entre otras.

Y aunque era una excavación de fines ajenos a la religión conoció allí a un sacerdote arqueólogo, el padre Emmanuel, de la diócesis californiana de San Bernardino, que se había apuntado a esa misma experiencia. Andrew dice que quedó sorprendido al saber que su colega arqueólogo era además un cura.

El arqueólogo que era cura

Fue así como aquel hombre de Dios, llegó a ser un referente importante para el joven norteamericano durante sus 6 semanas en Israel. La guinda de la torta fue cuando le invitó a participar en una eucaristía que, celebrada en la misma Tierra Santa donde caminó y predicó Jesús, adquiría una dimensión inolvidable para Andrew; en especial porque habían pasado años desde la última vez que fuera a misa.

Aquella celebración, recuerda hoy, “cambió mi perspectiva. Llevaba sin ir a misa desde que iba al instituto. Poder ir a misa en Tierra Santa fue realmente poderoso. Teníamos gente de distintas creencias en misa… Fue algo lleno de paz”, señala.

“Yo quería ganar mucho dinero”

En efecto, Andrew era un chico simpático, con proyectos, saludable, pero muy poco ocupado en las cosas de Dios. Aunque de pequeño había sido incluso monaguillo, pronto la rebelde adolescencia y las seducciones del mundo por alcanzar el éxito fueron mellando el sentido trascendente de su vida: “Yo quería un buen trabajo, ganar mucho dinero y una familia”.

Así, su vida estaba abocada a los estudios, el deporte, las fiestas y algunas licencias con las chicas. Se trataba, dice, “de seguir mi voluntad, lejos de la de Dios”. Pero como no es oro todo lo que luce el resultado no fue el esperado y comenzó a padecer de forma inesperada momentos de vacío y depresión. Algo faltaba en la vida de Andrew, aunque necesitaría aquél viaje a Tierra Santa para descubrirlo.

El retorno a la Casa del Padre

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Tras aquella experiencia eucarística en Tierra Santa, arropado por la amistad del sacerdote-arqueólogo que había conocido, al regresar a su Universidad en Estados Unidos fue casi natural el sentir hambre de Dios y comenzó a nutrirse de la oración y la vida sacramental.

Pero no paró allí la cosa. Alguien le sugirió rezar el rosario y la Coronilla de la Divina Misericordia… Y como todo enamorado se embarcó en esos rezos esperando descubrir algo nuevo de este Dios que desde el misterio de la intimidad del alma lo llamaba. “Nunca sabes el mundo que hay en tu corazón, lo que el Señor desea abrir en ti”, recuerda.

Así, gustando esa intimidad con Dios de forma cotidiana comenzó a tener una certeza del todo inesperada para él… sería sacerdote de Cristo. “Lo mejor que empecé a hacer fue pasar tiempo cada día ante el Santísimo, llenándome de Él. Sentía en mi corazón, en esos momentos de oración silenciosa, una paz profunda que yo quería alcanzar. Esa paz es la que al final me llevó al seminario”. Andrew Auletta fue ordenado sacerdote el 21 de mayo de 2022 en la catedral de Filadelfia.

Fuente: Fundación Tierra Santa / CatholicPhilly.com