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El futbolista que optó por Dios

El futbolista que optó por Dios

Jugaba en la liga universitaria de Illinois, Estados Unidos, cuando un entrenador le invitó a probar suerte en Chile. Su fama iba en alza, tenía una novia y su equipo era campeón. Pero otro entrenador lo había elegido y una camiseta tenía escrito su nombre desde el seno materno.

Sí, Chase Hilgenbrinck había sido elegido desde el seno materno. Sólo tenía que descubrirlo y –lo que no es menor para una potencial estrella del futbol– optar.

Desde pequeño la Eucaristía le provocaba un influjo irresistible. Imposible que se perdiese la misa dominical. Junto a su hermano, servían como monaguillos en la Santa Iglesia de la Trinidad de Bloomington, Illinois. Pero también compartían una segunda pasión, el futbol. Sería Chase y su innato talento deportivo quien escalaría en el competitivo y rentable mundo del deporte. También tras la pelota Dios estaba de su lado según confidencia…

“Yo estudiaba Comercio Exterior y jugaba fútbol al mismo tiempo. Fue una buena campaña. Llegamos a cuartos de final en el país por dos temporadas. Éramos un muy buen equipo y –al mismo tiempo– fue un período de reflexión. Todos mis amigos casi, dejaban la fe cuando llegaron a la universidad, porque ya no tenían que hacerlo, los papás ya no nos estaban levantándolos para ir a la misa. Pero en mí algo me llevaba a la misa. Entonces, como un adulto libre y consciente tomé una decisión que definiría mi vida: ser católico”.

Un retiro, una señal

Antes de culminar su etapa académica Chase participó de un retiro. Allí fue impactado en su espíritu por una frase que no supo descifrar. “El padre leyó el Evangelio de San Mateo, capítulo 4. Después nos invitó a que dijéramos alguna palabra o frase que nos llamara la atención. Cuando me tocó a mí, leí la frase que dice «pescador de hombres». No leía mucho la biblia, no sabía esa historia. Solamente después, cuando estábamos conversando de ese mensaje, me dijeron que eso era cuando Jesús estaba llamando a los discípulos, sus primeros sacerdotes. Yo pensé «¡qué divertido, pescador de hombres!», un juego de palabras, ¡muy bien!… no pensaba nada. Pero una muchacha me habló al finalizar el retiro y me dice: «¿Sabes?, creo que algún día podrías ser un buen sacerdote». «¡Ah! imposible –le dije–, pero muchas gracias»… lo tomé como un cumplido”.

Dos pasiones, una vida

Su habilidad y compromiso deportivo le llevaron a ser parte de la selección sub 17 de Estados Unidos. Fue entonces que un entrenador chileno, le invitó a probar suerte como jugador profesional en la liga de Chile, desconocido país para Chase, al fin del mundo. “Terminando mis estudios universitarios lo decidí, «ya, vamos a hacerlo», le dije. Nos fuimos a la ciudad de Concepción, para probarme en Huachipato, un equipo de primera división. Todo salió bien y me dejaron en el equipo”.

Era la primera vez que su pasión deportiva le exigía enfrentar pérdidas… dejar a su familia y amigos, para aprender otra cultura, un idioma nuevo. “Empecé a sentirme un poco solo, quizás en shock, fue difícil al principio. Pero dos fueron mis apoyos… uno, el fútbol, porque en todos los lugares se practica, tiene las mismas reglas y uno no tiene que hablar el idioma para entenderse en la cancha. El segundo –y más bonito todavía– mi fe católica, que es universal. Entonces empecé a ir a misa durante la semana. Allí me sentía cómodo, en casa, sentado en frente de Él que está en el tabernáculo, donde yo le hablaba”.

Dios siempre triunfa

Del club Huachipato pasó a Ñublense y continuó sumando triunfos para sus equipos chilenos, a la par de crecer en fama, dinero y oportunidades. Su carrera iba en ascenso, tenía una novia chilena y muchas chicas que admiraban la buena facha del jugador extranjero. “Yo me sentía feliz… pero al mismo tiempo sabía que algo me faltaba, estaba insatisfecho”.

Fue una tarde del invierno de 2007 en Chile que ya no pudo contener aquella inquietud de su alma. Bajo una incesante lluvia se dirigió al único lugar donde encontraría respuestas, cara a cara con su Dios. Allí en la Parroquia de La Asunción, en Concepción, frente al tabernáculo, dice, escuchó una voz que cambió su vida…

“Yo rezaba para estar más cómodo, para tener más paz. Y justo ahí, cuando estaba en silencio, escuché en el fondo de mi corazón aquella voz: «Sé mi sacerdote», dijo; y no lo podía creer. Me resistí, no lo quería escuchar y me dije: «no sabe lo que está diciendo». Pero sabía que era real, ¡no lo había soñado! Nunca había pensado en eso y no lo quería. Más encima ¡sabía que era el llamado del Señor!”.

Pero Dios siempre triunfa. Lo dejó todo, cerró en buenos términos la relación con su novia y retornó a los Estados Unidos para estar más cerca de su padre, que en aquel momento padecía un cáncer.

“Ahora serás pescador de hombres”

En el verano de 2007 enfrentó un riguroso proceso para evaluar su idoneidad ante las autoridades de la diócesis de Peoria, Illinois. Escribir su autobiografía, responder extensos cuestionarios, rendir cinco exámenes en un día, ser evaluado por tres psicólogos diferentes, fueron parte del proceso. Chase no se amilanó y Dios habló nuevamente… “Faltaban 8 meses para entrar al seminario, fui a la Iglesia que estaba en el centro de Denver. Entré, estaba oscuro, no había nadie, y vi una gran bandera plegada sobre los asientos del templo, que decía textualmente en español: «ahora serás pescador de hombres». Caí de rodillas y recé agradeciendo a Dios. Al regresar a mi departamento, llamé a mi madre para contarle lo que había visto y ella me sorprendió diciendo que a su casa había llegado la carta, firmada por el obispo de la diócesis, donde me aceptaban como seminarista”.

Portaluz.org se ha informado que hoy con 31 años Chase vive para Dios, que el deporte continúa siendo parte de su vida y en agosto de 2013 se consagrará como diácono permanente.

“Mucha gente –confidencia– me pregunta por qué dejé el fútbol si trabajé duro para eso, pero yo les digo que el Señor no nos quita los dones, sólo quiere que los usemos para su gloria. Yo juego en el equipo del seminario y participo en torneos inter seminarios. Soy el director espiritual del equipo de la universidad, practico con ellos y en campamentos enseño a los niños que los valores del fútbol se pueden unir con la vida cristiana. Estoy feliz, tengo paz en el corazón.”

Fuente: Portaluz.org