Poco imaginaba un joven español, ávido lector de Tolkien, que Dios le reservaba una gran aventura en la misma tierra donde vivió y predicó el Redentor.
Rubén Cabrera Rosique nació el año 1995 en Caravaca de la Cruz (España), como el sexto de ocho hermanos en una familia de profunda fe. Sus padres, miembros del Camino Neocatecumenal, transmitieron a los hijos la fe en el cada día… “el ejemplo de mis padres y el rezar junto con ellos cada noche antes de dormir … los domingos rezando juntos Laudes y donde mis padres siempre nos daban una palabra de fe”.
Fe en casa, contradicción en la escuela
Pero al mismo tiempo, todo esto significó para Rubén un temprano desafío pues era el único muchacho practicante de su clase, en una escuela laica. “Eso me llevaba a debatir con los no creyentes el por qué me comportaba de una forma u otra”, recuerda, “e incluso tuve profesores de Filosofía que cuestionaban mis creencias: me tocaba defenderme o callarme”.
A los 14 años llegó la crisis de la adolescencia y entonces el propio Rubén se cuestionó todo. “Dudaba de la existencia de Dios, ese Dios que mis padres me habían tanto hablado, que era un Dios que me amaba: no veía ese amor en mi entorno”, comenta. Pero gracias a las catequesis del Camino Neocatecumenal, sus dudas fueron resueltas. “En esa comunidad me encontré con el amor de Dios que no veía, a través de los hermanos, de los sacramentos, y concretamente del sacramento de la penitencia”, destaca.
Una invitación: luchar contra el Dragón
Llevaba un año asistiendo a las catequesis, cuando acudió a Fátima en 2010. “Hubo un encuentro vocacional con Kiko Argüello, Carmen Hernández y el padre Mario, iniciadores del Camino Neocatecumenal… y me sentí tocado por el Señor, que me llamaba para algo más grande. Kiko hablaba de Apocalipsis 12, de la batalla contra el demonio y que a quien sintiese la llamada al sacerdocio, el Señor le llamaba a luchar directamente contra ese Dragón. Yo venía de estar encerrado en mi habitación leyendo libros de fantasía, un mundo en el que soñaba en ser un héroe que destruye al Dragón y salva a la princesa. Y Dios usó ese lenguaje para llamarme. Tenía 15 años, así que seguí mi camino de fe discerniendo con mis catequistas y hermanos”.
En 2013, estando en Italia junto a seminaristas vinculados al Camino, Rubén sintió que Dios le llamaba a perseverar hacia el sacerdocio “pero lejos de mi tierra. Es por eso que mi rector me propuso cambiar y me enviaron al Seminario Redemptoris Mater de Galilea, donde he estado 11 años”.
En el seminario en Galilea
Físicamente, el lugar del Seminario es la Domus Galileae, a orillas del lago de Tiberíades, un lugar poderoso por su significancia para la fe. “El idioma oficial de la Domus es el italiano, pero hay un grupo de seminaristas que estudian el hebreo para poder acoger a los visitantes de esa lengua que vienen a la casa. Ésta se mantiene por las donaciones de amigos benefactores, y por los hermanos que pasan unos días allí y pagan su estancia”, puntualiza Rubén.
Aquí en Tierra Santa, el joven de Caravaca se formó con colegas españoles e hispanoamericanos (los hay de Colombia, Perú, Bolivia, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica etc.) y tras 11 años como seminarista, fue ordenado el 28 de junio de 2024, solemnidad de los apóstoles Pedro y Pablo, junto a tres compañeros por el cardenal Pierbattista Pizzaballa, Patriarca Latino de Jerusalén. “He llegado a abrazar un profundo amor por Jesucristo y su Iglesia. Mi misión ahora es proclamar su amor al mundo”, exclama Rubén, conmovido.
Fuente: Fundación Tierra Santa / El Debate